Astillero
Julio Hernández López
BC: crupier trampeado
Calladito se mantenía también el todavía horas antes muy locuaz y extrovertido candidato priísta al gobierno de Baja California. Pareciera que al gran crupier tricolor le fueron a enseñar trucos de casino electoral a casa, pues el apostador exótico acabó perdiendo provisionalmente el habla en cuanto una maestra en fraudes electorales puso a girar la ruleta bajacaliforniana.
El sórdido submundo gangsteril de los naipes en forma de boletas para sufragar se pobló de inmediato de rumores obviamente oscuros: que si Manuel Espino le había dado un descontón a Felipe PRImero, haciendo naufragar el pacto mafioso que había recibido en Mérida un primer adelanto de las bodas de interés fiscal PRI-PAN, y que sería cerrado en Mexicali con otro triunfo tricolor; que si Felipe les está jugando chino a los priístas dado que los sueños de gran reforma fiscal quedaron en simples trámites misceláneos que no requerirán pactos bipartidistas de sangre; que si nadie tiene ya el control de nada y que en ese vacío de poder la gran ganadora es la maestra en artes de prestidigitación electoral.
De cualquier manera, se anunciaba que en cuestión de horas habrá de recuperar el habla el hombre del chaleco rojo, al que aparentemente chamaquearon en su propio terreno. Un pobre político que solamente es un político rico. Lo malo para los bajacalifornianos es que, a reserva de lo que suceda en eventuales impugnaciones judiciales, podrían tocarles seis años más de lo mismo, que es más de lo peor conocido que de lo peor por conocer: el triunfo del peorismo.
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