Ayer presencié el funeral de un vivo.
Fue una muerte voluntaria, pero sus ojos .... su mirada que en ese momento se mantenía altiva ante lo peor, manifestaba resistencia.
... Yo fui parte de su asesinato, aquella misma persona de la que hablo puso una daga en mi mano para que le diera final a su historia ... y me es difícil expresarlo, pero cada puñalada que le propiné, no terminaba por aliviar la rabia e impotencia que sentía por la no existencia de otro escenario ... donde nada de esto hubiera tenido que ser necesario.
Desde ayer todos son recuerdos, todo es una leyenda de fantasmas... es una tregua indefinida.
En un inicio creí que mis lágrimas no eran necesarias, pero fueron inevitables... al final mis manos estaban llenas de sangre de otro ser ahora ajeno a mi persona y contexto ... desde ese instante he llorado amargamente.
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"Nunca hubo una muerte tan anunciada", todos en el pueblo sabían que era el día en que "Santiago Nasar" moriría... Aunque siempre he tenido la impresión que Santiago fue un cómplice mas de aquella conspiración contra si mismo.
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