Pero admito que no deja de sorprenderme cómo es que a cada lugar donde deseo crear raíces, tengo que realizar algo tan utópico como lo sería "una guerra sin sangre" para conquistarlo; esto con el fin de ubicarme a la par o debajo de los demás (doble proceso, doble esfuerzo, mucho más tiempo... soportar lo que pocos se atreven en cuanto a paciencia).
También admito que existen días en los que suelo sentirme harto, y tiendo a bajar la guardia, es ahí cuando experimento que no voy solo por la vida, que jamás lo estuve.
Mi pasado inmediato es trascendente, está lleno de satisfacción y cariño, pero no posee la estabilidad que deseo para al menos tener lo suficiente con lo cual vivir y seguir pensando. Por lo tanto mi presente es prioritario, aunque de igual forma, ha iniciado con sequía y turbulencia en exceso.
La nostalgia me invade y añoro demasiado cada que se me ocurre voltear atrás. Pero sigo firme en lo que decidí emprender hace sesenta días (o más).
Hoy las cosas NO marchan bien (aunque muchas personas, al saber del lugar donde estoy piensan lo contrario), pero a pesar de la incertidumbre con la que he tenido que navegar los últimos dos meses, he tomado la decisión de quedarme aquí; y será hasta donde Dios marque su limite, hasta donde yo llegue, hasta donde esto me dé.
Porque puedo carecer de mil cosas, menos de valor para encarar un reto; y ante eso... aun no sé decir no.
Y no debería sorprenderme esto, nací en medio de batalla y he crecido en ese mismo campo.
Fin al tema.
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