Un día un sujeto caminaba de noche, y entre la penumbra vio una moneda que brillaba; este se acercó a verla, y se dio cuenta que era una moneda de un centavo. No se animó a levantarla en ese momento, pero se dijo a si mismo: "si la moneda está cuando venga de regreso, la levanto".
Regresó por el mismo camino, y la moneda ya no estaba en ese lugar. Al final de aquel día ese hombre solo tenía cuatro centavos en su bolsillo.
Pasaron varios días, el sujeto volvió a a pasar por ese lugar e iba en las mismas condiciones, la oscuridad era la misma, y aquel centavo brilló entre la penumbra, además se encontraba en el mismo sitio. El sujeto se acercó a verlo y la moneda seguía brillante e intacta. Pero no la levantó y se volvió a decir para sus adentros: "si la moneda está cuando venga de regreso, la levanto".
Sucedió lo mismo. A su regreso la moneda no brillo, no la encontró, aquel sujeto siguió con los cuatro centavos que tenía en el bolso de su pantalón. Regresó a casa, y no tenía certeza de una tercera oportunidad.
Acontecieron muchísimos días, y en uno similar, donde la oscuridad prevalecía, aquel tipo caminó por el mismo rumbo y miró de nuevo el resplandor de aquella moneda, se acercó. El centavo estaba en el mismo sitio (cosa increíble), sin embargo ya no era el mismo, estaba pisado, rayado, incluso desfigurado, la moneda solo había perdido su valor estético...
Pero el sujeto ya había tomado una decisión, y no era en ese momento, sino tiempo atrás. Consideró que ya no era necesario quedarse con dicho centavo, incluso pensó que era una ofensa realizarlo. Siguió su camino... jamás volvió a pasar por ese lugar.
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