Fuente: http://www.alfaguara.santillana.es/
La extraordinaria acogida dispensada a la edición popular del Quijote con la que la Real Academia Española y la Asociación de Academias hemos conmemorado, en el IV Centenario, la publicación de la primera parte, nos ha animado a abrir una línea de ediciones conmemorativas ocasionales de los grandes clásicos hispánicos de todos los tiempos.
Al diseñar el programa del IV Congreso Internacional de la Lengua Española propuso la Academia Colombiana, decana de las Academias de Hispanoamérica, homenajear a Gabriel García Márquez, quien pocos días antes del Congreso cumplirá ochenta años.
Nada mejor, pensamos entonces, que preparar una cuidada edición popular de Cien años de soledad, novela que a lo largo de cuarenta años (1967-2007) millones de lectores en más de cuarenta lenguas han ido consagrando como obra literaria universal. Sin duda, porque, firmemente arraigada su acción en un rincón de América, en ella palpitan experiencias universales de humanidad: Macondo es un lugar que contiene todos los lugares.
De modo análogo, la lengua en que se encarna la historia de los Buendía y de Macondo no es en absoluto dialectal o costumbrista. La creación de García Márquez integra los registros de la mejor tradición literaria oral y escrita, en la que, en efecto, resuenan algunas voces, ya hispanizadas, que proceden del arahuaco, del náhuatl, del quechua o de otros dialectos caribes, y que, amalgamadas con las viejas palabras castellanas, enriquecen el español universal.
Al igual que hicimos en la reciente edición académica del Quijote, nuestro interés prioritario se centra —no podría ser de otro modo— en el texto de la novela. Hemos examinado algunos fragmentos publicados con anterioridad a la primera edición. Su cotejo con esta nos ha permitido ver con claridad el trabajo primoroso que García Márquez realiza hasta el último momento para dar con el término preciso, el mimo con que cuida la gramática, y su esfuerzo por lograr la expresión más rica en sugerencias.
A pesar del esmero con que el propio escritor corrigió las pruebas de la primera edición (Sudamericana, 1967), se deslizaron en ella indeseadas erratas y expresiones dudosas que editores sucesivos han tratado de resolver con mejor o peor fortuna. Un estudio comparativo detallado de cada caso nos ha permitido presentar nuestra propuesta razonada al propio autor, que decidió revisar las pruebas de imprenta completas, enriqueciendo así esta edición con su trabajo de depuración y fijación del texto.
En la sección «Nota al texto» podrá apreciar el lector lo que sobre la escrupulosa meticulosidad de García Márquez acabamos de decir. Para facilitar la lectura y ayudar a la más rica comprensión de la escritura hemos preparado, en colaboración con la Academia Colombiana de la Lengua, un «Glosario» léxico extenso, que aclara el significado de los términos en su lugar preciso y ofrece noticia sobre personajes, acontecimientos y lugares.
Con idéntico propósito se ofrece un cuadro de la «Genealogía de los Buendía», que, en su momento, pensó el autor incluir como subsidio. En Cien años de soledad aparece ante nuestros ojos todo un mundo.
Para preparar el acercamiento a él, abren nuestra edición una breve semblanza de García Márquez escrita por Álvaro Mutis y una introducción de Carlos Fuentes que aporta testimonios personales esclarecedores sobre el nacimiento de la novela y el deslumbramiento inmediato que suscitó. El magistral análisis que Mario Vargas Llosa hizo de la narrativa de García Márquez sigue siendo la más alta referencia y de él ofrecemos una parte central. Dos estudios, de Víctor García de la Concha y de Claudio Guillén —a quien la muerte sorprendió cuando le ponía punto final—, tratan de mostrar caminos concretos de acceso al texto de la novela.
Tras él, cuatro académicos hispanoamericanos —Pedro Luis Barcia (Argentina), Juan Gustavo Cobo Borda (Colombia), Gonzalo Celorio (México) y Sergio Ramírez (Nicaragua)— glosan distintos aspectos de la personalidad literaria de García Márquez y de lo que Cien años de soledad significó en la trayectoria de la novela hispánica y en su amplia difusión en el ámbito cultural.
Solo nos resta agradecer a Gabriel García Márquez su generosidad, que nos permite ofrecerle este homenaje. A él se unirán, en la lectura o en la relectura, muchas personas que harán suyo el mundo de Macondo.
La extraordinaria acogida dispensada a la edición popular del Quijote con la que la Real Academia Española y la Asociación de Academias hemos conmemorado, en el IV Centenario, la publicación de la primera parte, nos ha animado a abrir una línea de ediciones conmemorativas ocasionales de los grandes clásicos hispánicos de todos los tiempos.
Al diseñar el programa del IV Congreso Internacional de la Lengua Española propuso la Academia Colombiana, decana de las Academias de Hispanoamérica, homenajear a Gabriel García Márquez, quien pocos días antes del Congreso cumplirá ochenta años.
Nada mejor, pensamos entonces, que preparar una cuidada edición popular de Cien años de soledad, novela que a lo largo de cuarenta años (1967-2007) millones de lectores en más de cuarenta lenguas han ido consagrando como obra literaria universal. Sin duda, porque, firmemente arraigada su acción en un rincón de América, en ella palpitan experiencias universales de humanidad: Macondo es un lugar que contiene todos los lugares.
De modo análogo, la lengua en que se encarna la historia de los Buendía y de Macondo no es en absoluto dialectal o costumbrista. La creación de García Márquez integra los registros de la mejor tradición literaria oral y escrita, en la que, en efecto, resuenan algunas voces, ya hispanizadas, que proceden del arahuaco, del náhuatl, del quechua o de otros dialectos caribes, y que, amalgamadas con las viejas palabras castellanas, enriquecen el español universal.
Al igual que hicimos en la reciente edición académica del Quijote, nuestro interés prioritario se centra —no podría ser de otro modo— en el texto de la novela. Hemos examinado algunos fragmentos publicados con anterioridad a la primera edición. Su cotejo con esta nos ha permitido ver con claridad el trabajo primoroso que García Márquez realiza hasta el último momento para dar con el término preciso, el mimo con que cuida la gramática, y su esfuerzo por lograr la expresión más rica en sugerencias.
A pesar del esmero con que el propio escritor corrigió las pruebas de la primera edición (Sudamericana, 1967), se deslizaron en ella indeseadas erratas y expresiones dudosas que editores sucesivos han tratado de resolver con mejor o peor fortuna. Un estudio comparativo detallado de cada caso nos ha permitido presentar nuestra propuesta razonada al propio autor, que decidió revisar las pruebas de imprenta completas, enriqueciendo así esta edición con su trabajo de depuración y fijación del texto.
En la sección «Nota al texto» podrá apreciar el lector lo que sobre la escrupulosa meticulosidad de García Márquez acabamos de decir. Para facilitar la lectura y ayudar a la más rica comprensión de la escritura hemos preparado, en colaboración con la Academia Colombiana de la Lengua, un «Glosario» léxico extenso, que aclara el significado de los términos en su lugar preciso y ofrece noticia sobre personajes, acontecimientos y lugares.
Con idéntico propósito se ofrece un cuadro de la «Genealogía de los Buendía», que, en su momento, pensó el autor incluir como subsidio. En Cien años de soledad aparece ante nuestros ojos todo un mundo.
Para preparar el acercamiento a él, abren nuestra edición una breve semblanza de García Márquez escrita por Álvaro Mutis y una introducción de Carlos Fuentes que aporta testimonios personales esclarecedores sobre el nacimiento de la novela y el deslumbramiento inmediato que suscitó. El magistral análisis que Mario Vargas Llosa hizo de la narrativa de García Márquez sigue siendo la más alta referencia y de él ofrecemos una parte central. Dos estudios, de Víctor García de la Concha y de Claudio Guillén —a quien la muerte sorprendió cuando le ponía punto final—, tratan de mostrar caminos concretos de acceso al texto de la novela.
Tras él, cuatro académicos hispanoamericanos —Pedro Luis Barcia (Argentina), Juan Gustavo Cobo Borda (Colombia), Gonzalo Celorio (México) y Sergio Ramírez (Nicaragua)— glosan distintos aspectos de la personalidad literaria de García Márquez y de lo que Cien años de soledad significó en la trayectoria de la novela hispánica y en su amplia difusión en el ámbito cultural.
Solo nos resta agradecer a Gabriel García Márquez su generosidad, que nos permite ofrecerle este homenaje. A él se unirán, en la lectura o en la relectura, muchas personas que harán suyo el mundo de Macondo.
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