Porque una palabra, un acento, un signo de puntuación, un homófono, etc., puede cambiar totalmente lo que pretendemos expresar. Este pequeño texto llegó a mi correo electrónico, y tiene una especial dedicatoria para aquellas personas que consideran estar en la cima de lo profesional (y que se jactan de ello), mirad cuan vulnerable se puede ser, aun más, si no se tiene un regular dominio del lenguaje.
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En la facultad de Medicina, el profesor, de esos que sienten placer en pisotear a los alumnos por sus errores, se dirige a un alumno y le pregunta:
“¿Cuántos riñones tenemos?”
“¡Cuatro!”, responde el alumno.
“¿Cuatro?”, replica el profesor arrogante,
“Traigan una paca de pasto, pues tenemos un asno en la sala”, le ordena el profesor a su auxiliar.
“¡Y para mí un cafecito!”, replicó el alumno al auxiliar del maestro.
El profesor se enojó y expulsó al alumno de la sala.
El alumno era el humorista Aparicio Torelly Aporelly (1895-1971), más conocido como el “Barón de Itararé”.
Al salir de la sala, todavía el alumno tuvo la audacia de corregir al furioso maestro:
“Usted me preguntó cuántos riñones " tenemos ".
"Tenemos" cuatro: Dos míos y dos suyos.
"Tenemos" es una expresión usada para el plural.
Que tenga un buen provecho y disfrute del pasto.
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