Mikel Martínez Kennedy 12/01/2013 - 14/04/2013 |
Tenía reservadas para ti muchas páginas de proezas en este sencillo espacio, definitivamente estabas destinado para ser el aliciente de muchos de nosotros y de otros más que posiblemente solo te conocerían en texto. Tu testimonio sin duda hubiera podido llegar a convertirse en una luz que apartara de las tinieblas a otras personas.
Muchas páginas aparté para ti, como aquellas que nos brindaste durante estos 93 días, desde que que tus padres decidieron acompañarte en aquellas batallas que parecían no tener fin.
Fuiste un guerrero sonriente, ni las graves complicaciones en tu cuerpo pudieron cambiar tu mirada y semblante, ya que en el se podían interpretar otras cosas.
Me reprocho el no haberme dado una cita contigo para conocerte, y no lo hice porque existía en mi una completa esperanza de que nuestro Dios extendería su milagro. Debo confesar que cuando me enteré de tu partida me sentí con una sensación extraña... seré sincero, una que cuestiona.
Pero al final del día solo recuerdo que desnudos venimos al mundo, sin nada, de Dios es el regalo de la vida, él da, él puede arrebatar, pero también sana nuestras heridas, y que no existe un mejor lugar en el universo donde tu puedas encontrarte, sin la necesidad de enfrentar una batalla diaria.
Fue suficiente lo aprendido por ti Mikel. Gracias a Dios por tu vida.
Tus padres ¨Marcel y Anabel¨, encontrarán el mejor de los consuelos, el mismo que ha estado ahí para arroparnos a muchos de nosotros en la aflicción y en la pérdida.
Les quiero de manera inmensa, Dios los bendiga siempre amigos míos.
Me reprocho el no haberme dado una cita contigo para conocerte, y no lo hice porque existía en mi una completa esperanza de que nuestro Dios extendería su milagro. Debo confesar que cuando me enteré de tu partida me sentí con una sensación extraña... seré sincero, una que cuestiona.
Pero al final del día solo recuerdo que desnudos venimos al mundo, sin nada, de Dios es el regalo de la vida, él da, él puede arrebatar, pero también sana nuestras heridas, y que no existe un mejor lugar en el universo donde tu puedas encontrarte, sin la necesidad de enfrentar una batalla diaria.
Fue suficiente lo aprendido por ti Mikel. Gracias a Dios por tu vida.
Tus padres ¨Marcel y Anabel¨, encontrarán el mejor de los consuelos, el mismo que ha estado ahí para arroparnos a muchos de nosotros en la aflicción y en la pérdida.
Les quiero de manera inmensa, Dios los bendiga siempre amigos míos.
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