viernes, 15 de julio de 2011

Me debía esto...

Y a pesar de TODO ESTO me queda muy claro que "saber decir adiós es parte de crecer", y creo que hoy ya estoy listo para ello, para lo que venga, el ciclo terminó, y lo venidero donde fuere será ganancia...


Recuerdo muy bien mi último día de trabajo en la Secretaría de Educación, y no tanto porque yo estuviera percatado que agonizaba mi corto periodo en ese sitio (6 meses), donde gracias a mi Dios pude ser un elemento muy productivo; recuerdo bien el momento por la paz y alegría que pude sentir cuando se me informo que se congelaba de momento (y vaya que se congeló) la posibilidad que siguiera en ese lugar, cuestiones políticas, dejemoslo así.

Salí de la oficina con una sonrisa (increíble), con el futuro más claro que en mucho tiempo, mi destino inmediato eran "ellos", a quienes me costó tanto trabajo decir adiós y dejar sin concluir su proceso, eran estos chicos a quienes yo recibí desde su primer semestre, eran ellos a quienes quería verles triunfar como a ninguno, eran ellos a quienes tanto intenté educar. Son ellos quienes me demostraron tanto su cariño cuando les dejé y estuvieron al tanto de mi persona durante el periodo de distancia. Muy dentro de mí sabía que Dios me iba a traer de vuelta hacia ellos, no erré.


A estos chicos los recibí muy jóvenes, la mayoría venía directamente de Secundaria, no eran irregulares. Fueron mi reto, una alegría y un coraje diario desde hace tres años, una de las razones más importantes por las cuales me levantaba diariamente con mucho interés para ir a mi trabajo; concreté muchos proyectos junto a ellos para sus clases y para sus vidas (los más trascendentes), aunque ellos me veían como un guía natural, mis maestros siempre fueron "Ellos", y posiblemente jamás se percataron de eso. Ahora, imaginense el día que tuve que decidir dejar mi trabajo... ¡fue fatal!... los dejaba en el mejor momento, dirán: "este amigo ya lo estamos perdiendo Houston", pocos pueden entenderme, lo sé.

Mi regreso a la Preparatoria Dios lo dispuso, sin duda, y no la hay porque cuando es Él quien me hace experimentar hechos como el que viví hace unos días en la Ceremonia de Egreso de "Ellos", simplemente mi voz se cierra, y emerge el llanto, y ¡si!, confieso que lloré en varias ocasiones, porque he experimentado el adiós y el regreso como constantes en mi persona desde casi un año hacia acá, pero únicamente lloro de gratitud, porque por más fuerte que hayan sido las tribulaciones (en este caso laborares durante este ciclo), el que alrededor de cincuenta chicos saliéndose del protocolo del evento empezaran a corear mi nombre para que pasara a despedirlos, cuando yo no estaba listo para algo así, fue algo que me dejó sin aliento y que solo logró que emanaran más lágrimas de mis ojos esa noche, en que un servidor había optado por estar escondido en el anonimato, por todo lo que le significaba la partida de estos jóvenes.


Para mi no existe mejor reconocimiento que ese, y hasta el momento no sé que dije... solo recuerdo que temblaba como nunca, en otras ocasiones tuve la bendición de ser Padrino de Generación y no había experimentado algo así, solo sé que las palabras que más tuvieron sentido fueron las que dije al final: "los quiero mucho"; y eso engloba casi todas las palabras aquí escritas en la entrada.


Nunca me he sentido tan cómodo como ahora, las personas ya pueden decirme: "Profe, o Maestro" y no entro en aclaraciones, jejeje, pareciera que he decidido un camino, o empiezo a sentir que ya lleno esos zapatos. Pero lo que si puedo afirmar con hechos, es que todo lo que se sufre en esta profesión vale la pena, por momentos e imágenes como esta o algunas otras que les he comentado a lo largo de tres años, lo vale, lo vale y mucho.



Gracias 601, por todo lo que construimos, gracias a la Preparatoria por formarme y arriesgarse conmigo siempre, y sobre todo Gracias al Dios vivo por estos tres maravillosos años al lado de ellos.

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